Lejos quedan los tiempos en los que Crust Mast, bebía el remedio de la abuela para no perecer de frío durante sus cacerías de ciervos en la fría Alemania de hace casi cien años. Por ello, siempre que salía de caza, portaba su petaca llena de la pócima familiar, consistente en frutas, raíces, regaliz, bayas de enebro, jengibre y algún que otro ingrediente secreto más.
A día de hoy, ese brebaje, antaño tan solo conocido por la familia Mast, es una de las bebidas alcohólicas más consumidas por jóvenes en España. Pero, ¿Saben realmente los consumidores algo acerca del Jägermeister ?
Etimológicamente, Jäger significa cazador y Meister significa maestro. La palabra completa, Jägermeister, se puso de moda debido a la ley de caza Reichsjagdgesetz impuesta durante el III Reich. A menudo se usaba para designar a hombres fuertes y varoniles que cazaban su comida y la cocinaban en la hoguera. Por su parte, el logotipo, una cabeza de ciervo adornada con una cruz cristiana entre los cuernos, hace referencia a la historia de San Huberto, patrón de los cazadores.
Paradójicamente, esta bebida es frecuentemente consumida por jóvenes urbanitas de nuestro país, los cuales en su gran mayoría se consideran opuestos a la actividad cinegética, ya sea por convencimiento propio o por una simple tendencia social muy extendida, llevada acabo por protectoras de animales, grupos ecologistas, el lobby animalista o cualquier otro agente externo.
Por otra parte, no podemos olvidar la vinculación de la firma Jägermeister con la Alemania nazi de Hitler. La marca de bebidas, de reciente creación en los años 30, vio en el régimen un gran trampolín para su actividad comercial, que comenzó agasajando a los miembros del gobierno con abundantes cantidades de este licor. Dicha bebida incluso llegaría a desarrollar una nueva función durante la II Guerra Mundial, esta vez como analgésico y desinfectante a causa de la escasas provisiones de medicinas en las enfermerías de campaña.
Sabido esto, ¿volveremos a brindar con Jägermeister alguna vez?